Si de historias trágicas de amor se trata, el primer título que acude a mi cabeza es “Cumbres Borrascosas”. Romeo y Julieta se amaban (a pesar del irrisorio corto tiempo que pasan enamorándose) y deciden estar juntos al punto de suicidarse el uno por el otro, pero en Cumbres borrascosas la cosa va por otro lado. Los protagonistas se han amado desde siempre, pero las decisiones de cada uno los llevan en sentidos opuestos y provocan el dolor del otro. Si no conocen la trama del libro de Emily Brontë, aquí va un pantallazo:
Heathcliff, un muchacho callejero y sin familia, es adoptado por la familia Earnshaw y llevado a vivir con ellos a “Cumbres Borrascosas” (nombre de la estancia). El matrimonio constaba de dos hijos, Catherine y Hindley, y mientras la niña forja una profunda amistad con el muchacho, su hermano lo detesta debido a que siente que roba el afecto de su padre. Cathy y Heathcliff se convierten pronto en compañeros de aventuras y desobedecen constantemente las órdenes de sus mayores para irse de aventuras juntos. Pero, al morir el padre de familia, Heathcliff comienza a ser tratado como un sirviente y es apartado de su amiga, por lo cual sus días de juego se ven progresivamente reducidos. A medida que crecen podrán cambiar muchas cosas, pero es evidente para ambos que están destinados a estar juntos. Sin embargo, Cumbres Borrascosas no es una linda historia de amor, no es feliz y no se asemeja en nada a las novelas de Jane Austen. Cathy basa todas sus decisiones en su propia conveniencia, es egoísta y caprichosa; Heathcliff se transforma en un hombre violento y tenaz. Ambos poseen unas personalidades horrendas, pero no importa que tan detestables sean ni que tanto mal le hagan al otro, no pueden evitar amarse. Es un amor totalmente enfermo y pasional que cava un profundo agujero en tu pecho y lo deja abierto (personalmente tuve que cerrarlo leyendo Orgullo y Prejuicio, el libro de Brontë me deprimió demasiado).
Volvamos a la película. Es una adaptación del clásico de literatura inglesa que se acaba de estrenar en el Festival Internacional de Venecia 2011. Su directora, la británica Andrea Arnold, se tomó una gran libertad inédita hasta la fecha: el Heathcliff es negro.
Su versión joven es interpretada por Solomon Glave, mientras que James Howson personifica al Heathcliff adulto. Ambos son novatos, completamente desconocidos en los que se ha depositado mucha confianza (supongo que deben ser muy buenos actores, porque por la parte estética son realmente FEOS pobres). El papel de Catherine Earnshaw recae sobre Kaya Scodelario, cuyo bello rostro (y cuerpo) hemos podido ver en Skins.
La película, de 128 minutos de duración, tiene estreno fijado para el 30 de septiembre en Gran Bretaña, pero aún no se tienen ni noticias de cuando llegará al resto del mundo. Esperemos que sea pronto. Desde ya voy a prepararme emocionalmente porque, si es fiel al libro, promete lágrimas y corazones rotos por una furia, pasión y sed de venganza que traspasa las generaciones.
Como no tiene trailer oficial, aquí pueden ver un video con 4 clips, extractos del film.