By Alexiel
Tengo unas cuantas fuertes razones por las cuales Andrew Niccol deberia replantearse sacar su nombre de los créditos como director de este film. Pero, antes de comenzar a despotricar contra la película, he aquí un pequeño resumen de su argumento:
En un futuro donde se ha descubierto la cura para el envejecimiento, el tiempo se ha convertido en la moneda corriente. Cada humano vive libremente hasta los 25 años de edad y, a partir de ese momento, tiene un año más de vida gratis. Cuando ese año extra se agota, deberá trabajar duramente para ganarse el día a día para seguir existiendo, pues cuando un reloj digital que tienen insertado bajo la piel del brazo izquierdo llega a cero, la persona muere.
Will Salas (Justin Timberlake) es un honesto trabajador de 28 años que lucha cada día para ganar tiempo para él y su hermosa madre (Olivia Wilde) cuya vida da un giro monumental al salir a tomar algo a un bar con un amigo (Johhny Galecki) y toparse con un millonario en problemas (Matt Bomer). Dado que tiene más de 106 años de vida, sufre un intento de robo por parte de una pandilla encabezada por Fortis (Alex Pettyfer), pero Will lo ayuda a escapar y, como recompensa, recibe más de un siglo de tiempo. Aunque tiene tanto para gastar, todo su mundo se desmorona cuando su madre muere por falta de tiempo, y Will decide vengarse de aquéllos que poseen cientos de años mientras que los pobres mueren (literalmente) en las calles al llegar a cero sus relojes.
Viaja a una ciudad donde habitan los ciudadanos más ricos y allí conoce a Sylvia Weis (Amanda Seyfried), hija de uno de los hombres más poderosos del planeta (Vincent Kartheiser). Pero comienza a ser perseguido por el guardián del tiempo (Cilian Murphy) dado que, aparentemente, regalar tanto tiempo va en contra del sistema con que se mantiene a economía. Para escapar, el protagonista decide raptar a Sylvia y mantenerla como seguro para seguir con vida.
A partir de ese momento es cuando la película salta a un precipicio y sin paracaídas. No sólo comienza a violar las leyes de tiempo y espacio, sino que las despedaza y la lógica de cada espectador comienza a rechazar escenas que oscilan entre lo ridículo y lo irrisorio. Lo que más me sorprendió es que cualquier director en su sano juicio filme una escena en la que los protagonistas den 3 vueltas en el aire en un descapotable sin usar cinturón de seguridad, se estrellen contra el piso y lo máximo que obtengan como resultado sea un raspón en el antebrazo. «Duro de matar» es más realista que eso.
La idea en sí del film es buena, pues en un futuro donde todos son inmortales, algunos deben morir para no sobrepoblar el planeta, y quien mejor que los pobres. El paralelismo que se intenta plantear con el capitalismo actual es bastante claro, pero la película en sí es un desperdicio de actores geniales. La mayoría mueren EXACTAMENTE de la misma manera, lo cual a cierto punto deja de sorprender y uno empieza a preguntarse si la película es sólo una excusa para mostrar caras (y cuerpos) lindos.
El soundtrack fue aburridísimo, y por momentos daba la sensación de que no armonizaba con lo que tomaba lugar en el film. Sólo puedo destacar que el vestuario fue impecable, y menos no se podía esperar de la mano de Colleen Atwood, ganadora de 3 premios de la Academia por el diseño de vestuario de Chicago, Memoirs of a Geisha y Alice in Wonderland.
Cuando la película llega al verdadero punto de la trama y vemos que lo que se intentó hacer es una especie de Robin Hood futurista, da la impresión de que sólo es un rejunte de plagios. Aunque, si hemos de compararla con la historia del héroe de Sherwood, deberá ser con la versión medio berreta mediocre de la BBC que salió al aire en 2006 (no la vean, sólo vale la pena por uno de sus actores llamado Richard Armitage) y podríamos decir que Justin Timberlake es el Robin Hood echado a menos, Sylvia es Marion, Fortis se asemeja a Sir Guy of Gisborne y el padre de Sylvia podría ser el Sheriff cobarde de Nottingham.
En fin, recomendación personal: no gasten su tiempo dinero viéndola en el cine, pues ni siquiera la belleza del cast logró sacarme la sensación de que el argumento dependía enteramente de mostrar caras bonitas (aunque, lo reconozco, todos excepto Amanda Seyfried actuaron genial).